Mundos Freakticios

Cine y literatura con un puntillo freak.

6/25/2006

Ultraviolet

La revolución tendrá que esperar, hoy toca entradita rápida, para cumplir. Además, no me apetece cantar las alabanzas de ninguna película buena, así que voy a recurrir a la peor que he visto en mucho, mucho tiempo. Basura a un nivel tan rastrero que sólo puedo pensar en un puñado de bodrios más deleznables. A lo mejor aún llego a tiempo de salvar algún alma precavida (los hay que, en contra de las mejores advertencias, siguen empeñados en experimentar de primera mano "el horror", como diría el coronel Kurtz). Me estoy refiriendo a "Ultraviolet", de Kurt Wimmer.

Hace cosa de tres años (que es lo que tardó en estar disponible por estos lares la película), Wimmer nos regalaba una magnífica peliculita llamada "Equilibrium" (cuyas bondades ya fueron ensalzadas en otro lugar y momento). No es de extrañar que se esperara con cierta ansiedad su siguiente largometraje, y más cuando se supo que iba sobre una guerra entre vampiros y humanos en el futuro, y la actriz principal iba a ser Milla Jovovich. La cosa prometía: concepto interesante, Milla con ropa (no demasiada) ajustada y más gun-kata (el arte marcial ficticio presentado en "Equilibrium"). La promesa se mantiene por, más o menos, unos diez minutos.
¿Cómo es posible rodar un desastre de tales dimensiones? ¿Cómo puede resultar aburrida una película en la que no hay un minuto de descanso? ¿No había nadie capaz de dar la voz de alarma? ¿Para qué crear un entorno interesante (hay alguna buena idea perdida en ese océano de caos) si sólo se utiliza como soporte para unos cuantos colores chillones, acción sin sustancia y pretensión de trascendencia? En una pregunta: ¡¡¡¡¡¿¿¿¿Por queeeeeeeeé????!!!!!

Con frases de diálogo como: "Manden al escuadrón gaseador a detenerla en la biblioteca de ciencias malvadas"; o esa gran autoarenga: "Soy un titán. Soy un monolito", lo de menos es la trama. Eso fue exactamente lo que pensó el tal Wimmer, pues la trama brilla casi por su ausencia. Lo poco que se percibe ofrece una revelación aterradora: "Ultraviolet" es la película que quería rodar cuando perpetró "Equilibrium", sólo que en aquella ocasión la falta de presupuesto (y posiblemente algún que otro colaborador sensato) obró el milagro de crear una perla a partir de una impureza informe. El burro no ha tocado la flauta en esta ocasión y los 30 millones lucen en toda su esplendorosa estupidez.

La versión que ha llegado a los cines ha sido completamente remontada por el estudio, ya que al parecer el "director's cut" era peor aun. Por una vez, estoy dispuesto a retirarle el voto de confianza al director y pensar que los directivos tuvieron toda la razón del mundo y lograron salvar algo de la catástrofe. No hay nada que invite a pensar de otra forma.

6/24/2006

La dama del alba

Tenía pensado cambiar la dinámica del blog, por eso de no estancarme en un modelo, pero entonces caí en la cuenta del día en que estamos y supe que esos planes deberían retrasarse al menos una entrada para que pudiera publicar hoy el comentario de "La dama del alba" (Alejandro Casona, 1944).

Si se hiciera una encuesta para nombrar los mejores escritores de literatura fantástica españoles, estoy seguro de que el nombre de Alejandro Casona no aparecería en la lista. La razón es muy simple, lo que el escribía era teatro y claro, ése es un mundo diferente por completo. Pues no, Casona (su verdadero apellido era Rodríguez, se decidió por ese pseudónimo pues vivía en una "casona" en su Asturias natal) es uno de los más grandes escritores fantásticos españoles, pese a quien pese (no creo que él mismo se reconociera bajo esta etiqueta, pero ahí están los temas que trata para avalar esta idea).

En muchas de sus obras se contraponen realidad y fantasía, aunque de un modo tal que ambas vertientes, más que anularse, se refuerzan la una a la otra. Crea mundos donde los elementos mágicos hacen que el drama humano brille, atrapando al espectador tanto por la novedad y belleza de la fantasía como por la cotidianeidad de los personajes, que nos son cercanos y creíbles.

Mi primer contacto con la obra de Casona no parecía muy propicio para atrapar mi interés, ya que se debió a una de esas lecturas obligatorias de la escuela (en los felices años en que me tragaba dos o tres novelas a la semana). No recuerdo otro caso de verme interesado por una lectura impuesta. No sé si eso se debe a la pésima elección de títulos y autores (soy de la opinión que en la escuela debería despertarse el gusto por la lectura, no asumir que los libros que se den a leer serán los únicos que el alumno ojeará en toda su vida, por lo que hay que embutirle tantos clásicos inadecuados a su edad e intereses como sea posible), o a cierta predisposición en contra de cualquier texto que me forzaran a leer. El caso es que cierto curso, no recuerdo cual, nos propusieron dos obras de Casona: "La dama del alba" y "La barca sin pescador". He de reconocer que de ambas, es la segunda (una historia de pecado y redención, con el diablo de por medio) la que más me atrapó, pero como acabé quedándome con la primera, es la que he releído desde entonces y, desde luego, no se queda muy atrás.

Pese a que la escribió en Buenos Aires (exiliado tras la guerra civil, no volvería a España hasta los años 60), "La dama del alba" está ambientada en su Asturias natal, y bebe de sus leyendas, teniendo particular importancia, como no, la Noche de San Juan. El tema central de esta obra en tres actos es la muerte, su función en la vida y el efecto que produce en quienes la sufren en la persona de un ser querido. Y la muerte es (literalmente) un personaje más de la historia.

La muerte como entidad palpable, temida e incomprendida, prisionera ella misma de su labor, melancólica e imparcial. La muerte también como idea, como incertidumbre que ahoga la felicidad de aquellos cuya vida trastoca. La muerte incluso como solución, como mano amiga, como compañera de juegos y vía de redención, punto de cierre para abandonar el pasado y enfrentar el futuro. Casona logra lo (casi) imposible, componer con este tema una historia hermosa e inspiradora. Hay diálogos magistrales (de los de ponerse en pie y aplaudir... si te lo permitiera el nudo en las tripas), personajes definidos a la perfección y, sobre todo, magia en el ambiente (del tipo doméstico, casi de andar por casa, y por ello más sentida).

6/22/2006

Frequency


Aquí iba una larguísima entrada sobre esta película, pero justo cuando estaba por subirla ha ocurrido uno de esos errores estúpidos y se me ha borrado. Como no pretendo dedicar otra hora a rehacerla, tendréis que contentaros con el póster (cuando la informática se pone en tu contra, no hay nada a hacer).

6/21/2006

La piel fría

Proclamar que "La piel fría", del catalán Albert Sánchez Piñol, es la mejor obra de género española de todos los tiempos puede ser una buena estrategia comercial, pero sin duda pone a la novela en el compromiso de estar a la altura de tan grandilocuente elogio. Mucho me temo que, estando bien, tampoco hay para tanto. Hay que reconocerle sus méritos: haberse abierto camino, primero a través de los cauces generalistas (consiguió el premio Ojo Crítico de narrativa española), y luego construyendo tirada tras tirada su impresionante volumen de ventas, pero todo ello no es suficiente como para lanzar las campanas al vuelo y perdonarle sus defectos (que los tiene).

Su argumento puede resumirse en muy pocas líneas: Un ex-activista irlandés llega a una insignificante isla, cercana al círculo polar antártico, para ocuparse de una estación metereológica. Lo que desconoce es que la islita es objeto de continuos ataques por parte de hordas de monstruos marinos. Su única esperanza de sobrevivir es refugiarse en un faro, aunque para ello tenga que mantener una precaria convivencia con su predecesor que, por decirlo de forma suave, es un poco inestable. Como se puede comprobar, nada nuevo bajo el sol (vamos, cambiamos los monstruosos anfibios por zombies y todos hemos visto la película varias veces).
El punto fuerte (y débil) de la novela es su estilo, premeditadamente anticuado. La narración en primera persona del protagonista (con prolijas descripciones de sus procesos intelectuales) es muy decimonónica, con todas las virtudes y defectos que ello conlleva (en especial para los gustos modernos). Se ha comparado "La piel fría" con la obra de Lovecraft, aunque a decir verdad, si quitamos de la ecuación a los "carasapo" (que recuerdan ineludiblemente a los profundos del maestro de Providence), poco hay en estilo y estructura que sustente esta comparación. Cabría encontrar referentes más bien en la obra de Verne ("El faro del fin del mundo" viene en seguida a la mente), aunque la narración fluye más según los modelos de los escritores británicos de finales del XIX, principios del XX (es decir, a un ritmo lento hasta la desesperación y con multitud de embrolladas, y a la postre huecas, elucubraciones).

Contaba que esta característica era tanto una virtud como un defecto. Lo primero por conferirle exotismo, siempre que se esté dispuesto a seguir el juego a ciertas reflexiones que no tienen demasiado sentido, lo segundo porque es una apuesta arriesgada de mantener y, en mi opinión, hacia la segunda mitad de la novela el autor es incapaz de mantener la ficción de que quien nos está relatando los hechos posee una mentalidad acorde con la época y con sus primeros discursos.

Sin embargo, lo que en mi opinión la descalifica por completo para aspirar al trono de mejor novela de género española es que, en última instancia, no cuenta nada. Muchos ataques de monstruos, mucha locura, mucho sexo bizarro (que no falte, aunque desentona con la ambientación), pero acaba y no sabemos absolutamente nada. De los monstruos, pese a la confesada intención de ejemplarizarlos como el enemigo desconocido que tras su apariencia esconde cierta humanidad, acabamos sabiendo poco más que al principio, y lo mismo puede decirse del protagonista y del farero (Battis Caffó, nada menos). El caso más grave es el del "héroe". Se nos cuenta en un flashback su substrato, que sólo sirve para darle un poco de colorido al personaje y explicar por qué posee determinados conocimientos, y después vivimos prácticamente en su cabeza, asistiendo a sus debates internos, sin que cambie de forma apreciable su personalidad, hasta el final, cuando todo se precipita y se fuerza una conclusión en falso, que podría tildarse de giro inteligente, aunque yo prefiero considerarla anticlimática.

Pese a todo esto, he de confesar que se lee con razonable facilidad. Quitando un par de metáforas excesivas, y si no aborreces el estilo (a mí no me hace muy feliz), constituye una buena lectura (aunque se detectan un par de errores de traducción; el idioma original de escritura es el catalán). Lástima del final, que deja tan frío como la susodicha piel.

6/19/2006

Pitch black

Hay películas capaces de lanzar a su protagonista al estrellato y suelen ser aquéllas que nadie, y mucho menos el principal interesado, hubieran podido imaginar. Tal es el caso de Vin Diesel y "Pitch Black" (David Twohy, 2000).

"Pitch black" aterrizó por sorpresa en las pantallas de todo el mundo. Era una producción modesta (23 millones de presupuesto), con director y actores poco conocidos y, por añadidura, de ciencia ficción, variante monstruos alienígenas (claramente en la estela de "Alien"). Para que una película así funcione necesita algo que la diferencie de las docenas de películas de género de bajo presupuesto que todos los años se pelean por un mordisco en las taquillas que les garantice una larga y próspera vida en el mercado doméstico. "Pitch black" contó principalmente con dos: un personaje atrayente (Riddick) y un concepto con posibilidades narrativas y visuales (la luz como protección frente a las criaturas de la oscuridad). Después hay que jugar bien las cartas, algo que Twohy logra con maestría.

A grandes rasgos, la película no presenta nada nuevo bajo el sol (bajo los tres soles, de hecho). Hay un grupo heterogéneo de supervivientes a una catástrofe, que tienen que colaborar para sobrevivir. Tampoco es novedoso que se vean obligados a confiar en un criminal (recurso clásico donde los haya, véase, por poner sólo un ejemplo, "El diablo a las cuatro", 1961). Claro que en los tiempos que corren, los "buenos" están menos definidos y todos parecen esconder alguna culpa (menos los que sólo sirven de carnaza). Lo que ya no resulta tan habitual es lograr un personaje de la talla de Richard B. Riddick, convicto, asesino, amoral, frío, práctico y con ojos destellantes. La película no hubiera sido ni la mitad de exitosa con otro actor dándole vida. Al parecer, se llegó a rodar un final en el que Riddick moría, pero los productores llegaron a la conclusión de que era una pena desperdiciar un personaje como el suyo, así que impusieron el cambio de víctima sacrificial (en estas películas deben sobrevivir cuantos menos mejor).

En cuanto a la luz... Es casi un personaje más. El desierto (australiano, para más señas) es iluminado por tres soles con espectros diferentes, obteniéndose un gran efecto gracias a una técnica especial de revelado que quemaba ligeramente el celuloide. Las escenas celestes, incluyendo la del gran eclipse, son majestuosas (aunque bastante poco acertadas desde un punto de vista de astrofísico). Entonces llega la oscuridad, y la luz artificial (linternas, neón, fuego, bioluminiscencia) se convierte en un elemento que separa la vida de la muerte, la seguridad del terror, y que va desvaneciéndose poco a poco (hay que ver la de formas que pueden urdirse para extinguirla de forma angustiosa). Ante la muerte los ánimos se exacerban y surge lo que cada uno lleva dentro.

Riddick de noche es otro monstruo. Su visión modificada le permite contemplar al enemigo como destellos de luz y su corazón de asesino le permite enfrentarse con ellos cara a cara (de forma literal). Aquí tengo que hacer referencia a la magnífica (como siempre) labor del diseñador de criaturas (sí, éste es su título oficial): Patrick Tatopoulos. Hablando de visiones modificadas, gran hallazgo también la forma de mostrar la orientación por sónar de las criaturas (ciegas, por supuesto).

David Twohy, como ya he apuntado, no presenta nada excepcionalmente novedoso (y para aquellos a los que les suene la historia del eclipse, tal vez por habérsela leído a Asimov, el título de trabajo de la película era "Nightfall"), pero lo hace con energía y suficiente inventiva visual para que nos preocupemos por los personajes y nos metamos en su piel. Eso y conocer las limitaciones lo suficiente como para transformarlas en virtudes es todo lo que hace falta para destacarse. Bueno, sí, contar con Vin Diesel tampoco hace daño.

6/18/2006

El invencible

El pasado marzo murió Stanislav Lem, uno de los maestros de la ciencia ficción más universalmente reconocidos (aunque él mismo se hubiera distanciado del género). Este reconocimiento tiene más mérito si cabe debido a un pequeño detalle: Lem era polaco y escribió sus libros más famosos en su lengua y en tiempos del telón de acero. Las historias de Lem, pese a la idea que podría sacarse a priori tras leer un resumen de ellas, son cualquier cosa menos tópicas. Un buen ejemplo de ello es "El invencible" (1964).

El Invencible es una nave estelar, un crucero equipado con las armas más poderosas que jamás haya creado el hombre, un vehículo para la exploración y, de ser necesaria, la conquista. Su misión consiste en averiguar las causas de la desaparición de su hermana gemela, el Cóndor, en un planeta insignificante. Los expedicionarios encuentran ruinas de antiguas ciudades, desiertos inhóspitos y los restos de su antecesora. También se encuentran con un "adversario" inesperado, una fuerza capaz de destrozar con igual eficacia la masiva coraza de su nave y sus propias mentes. Tras el planteamiento, la novela sigue las peripecias de Rohan, el primer oficial de la nave, por entender el misterio de la fuerza que se les opone y, en última instancia, encontrar la forma de derrotarla.

Existen grandes paralelismos entre esta obra y "Solaris" (1961), la más famosa de Lem gracias a sus adaptaciones cinematográficas. En ambas, se plantea un contacto entre el hombre y una fuerza (¿inteligencia?) alienígena, y ambas llegan a conclusiones semejantes. De las dos, me quedo con "El invencible", aunque sólo sea porque el contacto llega un paso más lejos, hasta la compresión de la génesis del otro (el planeta Solaris es un ente absolutamente incomprensible, el perfecto alienígena, un misterio contra el que la mente humana se estrella de forma irremediable, siendo éste el motivo principal de la obra; aspecto, por cierto, que la reciente película de Steven Soderbergh se pasa por el forro). Lem, a través de las reflexiones de Rohan, nos muestra una posible evolución de la vida (entendida de forma muy amplia), que no tiene por qué avanzar necesariamente en la dirección que conduce a formas más reflexivas e inteligentes.

No quiero entrar en detalles sobre sus averiguaciones ni sobre las conclusiones que de ellas se derivan por lo que respecta a la misión de la Invencible. Ir descubriéndolo todo al lado de Rohan es uno de los placeres que depara esta corta novela. Sólo apuntaré que es plenamente satisfactoria tanto desde un punto de vista formal (es Lem, esto se sobreentiende), como intelectual (a su vez con varias facetas y tocando varios de los temas clásicos de la ciencia ficción).

Tras dejarme frío "Solaris" y aborrecer "Diarios de las estrellas" (no soporto los cuentos alegóricos o satíricos), "El invencible" supuso una agradable e inesperada sorpresa. Una de las mejores novelas de ciencia ficción que he leído nunca.

6/17/2006

Misión imposible III

Después del truño/estafa de la segunda misión no tenía previsto contribuir a seguir engordando los bolsillos de Tom, pero no siempre se cumplen nuestras previsiones.

La verdad es que MiIII no me ha desagradado... ni tampoco me ha entusiasmado. Es una película de acción que se deja ver. No aporta nada nuevo, ni ninguna de sus escenas pasará a la historia del cine, pero tampoco supone un insulto al espectador (como sí que lo era la entrega de John Woo) y durante casi todo su metraje entretiene, que no es poco. Ahora bien, conociendo algunos datos económicos resulta inevitable plantear una pregunta: ¿De verdad hacían falta 150 millones para rodar este capítulo de televisión sobredimensionado?

La escalada presupuestaria a la que asistimos estos últimos años es de locos. Hace un par de semanas, las cinco películas más taquilleras en EE.UU. habían costado de producir en conjunto unos 725 millones de dólares, a los que habría que añadir 200 para la publicidad y otra millonada en copias distribuidas, dejémoslo en 1.000 millones peladitos (lo cual será, a buen seguro, una subestimación). Parafraseando a Obelix: Están locos estos californianos.

Analicemos el caso concreto de "Misión imposible III".

Parte de la acción transcurre en Alemania (una zona industrial, nada que sea significativo), en Ciudad del Vaticano (mayoritariamente interiores que podrían rodarse en cualquier lugar y unos cuantos planos en el exterior, incluyendo alguna toma en Roma), los Cayos de Florida (para una escena que ya rodó, y mejor, James Cameron en "Mentiras arriesgadas") y Shanghai. De acuerdo, eso encarece un poco, pero tampoco es nada espectacular. "El mito de Bourne" (una película muy superior), con la mitad de presupuesto, se rodó en Berlín, Moscú, Napoles y la India.

Cruise suele cobra un 25+25 (es decir 25 millones fijos más un 25% de los beneficios). Del resto del reparto, el único que podría esgrimir pretensiones económicas modestas es Ving Rhames (por eso de servir de nexo entre las tres entregas). Todos los demás, agradecidos incluso por participar en una película-evento. Respecto a J.J. Abrams... de acuerdo, mucho "Alias" y mucho "Perdidos", pero es su primer trabajo para la gran pantalla y fue el tercer director asignado al proyecto; no es que estuviera en posición de pedir demasiado.

¿Efectos especiales de vanguardia? No. Lo normal: unos cuantos helicópteros, algunas explosiones, disparos, quizás alguna maqueta o, con mayor probabilidad, algún matte painting digital.

¿Recreación de época? Nada de nada. Podría estar ocurriendo (es un decir) ahora mismo.

Así pues... ¿En qué se han gastado el dinero? Sólo se me ocurre que en pijaditas del estilo de: "Ese montón de chatarra me lo movéis dos palmos a la derecha para que quede más cuco el encuadre". Si no, no me lo explico. Ya he mencionado "El mito de Bourne", pero ¿sabéis que otra película reciente de similares características ha costado también 75 millones? Pues "Munich", de Spielberg. Siendo generoso, yo hubiera presupuestado MiIII, según el guión final, en 100 millones, y ahora estaríamos hablando de un éxito moderado y no de un "cubrimos gastos". La única razón "lógica" que encuentro a todo el asunto es que el despropósito de John Woo costó 125 millones y, ¿cuándo se ha visto que la secuela de un éxito cueste menos que la entrega anterior? (en el caso de las pelis de Bourne, si no menos, sí igual, pero no es la norma).

Tal vez vaya siendo hora de dejarse de tonterías y meter en la cabeza de los directores que sí, que mucho arte, pero lo del cine es un negocio y gastar por gastar es estúpido. Dedicándole un poco más de ingenio y conteniendo el ego, seguro que no hace falta construir una réplica exacta del Taj Mahal en caoba y fresno para la escena del tiroteo; buscando un poquito seguro que aparece algúna localización igual de molona y más económica. Es una lección que tienen todos bien sabida cuando empiezan y apenas cuentan con cuatro duros, así que tienen que exprimirse las meninges para hacerlos brillar, pero que parecen olvidar en cuanto alcanzan la fama. Claro que también puede ser cosa de los productores, que sufren incontinencia. Es una regla no escrita que toda película costará, como poco, exactamente tanto dinero como le haya sido presupuestado. Siempre hay alguna toma donde quedarían de fábula unos cuantos miles de pavos extras. Hala, un ejercicio para todo director desmesurado, que se vea "Sesión 9" para aprender cómo hacer lucir millón y medio, y que lo aplique a su producción cien veces más onerosa.

Vaya, creo que me he desviado un poco del tema original del post. Tendrá que ser un comentario rápido.

MiIII es una película de espías resultona. Sus mejores momentos son aquellos que muestran las aparatosas incursiones de Ethan Hunt y su pandilla y los peores, sin duda, los que pretenden mostrarnos en toda su empalagosa gloria la tierna historia de amor entre Ethan y Julia; la acción no rompe ningún esquema, pero está bien resuelta (menos en el ataque al convoy); la trama es simplona, pero lo disimula con solvencia, ofreciendo un espejismo de complejidad que aguanta un escrutinio ligero (por favor, dejen el cerebro en la entrada, así disfrutarán más); por último, los diálogos, de tanto en tanto, muestran ciertas trazas de inteligencia (es una pena que muchas réplicas ingeniosas queden un tanto forzadas), inconsecuente, por desgracia, como toda la película. ¡Ah!, como puede apreciarse por los pósters, todo el proyecto está ejectuado a la medida del ego de su protagonista/productor.

Para quien desee disfrutar de verdad con una cinta que ofrezca todo cuanto MiIII promete (y bastante más), en lo que respecta a complejidad, inteligencia de la trama y valores cinematográficos, que no dude en brindarle una oportunidad a "Spy Game" (Tony Scott, 2001) que, por cierto, costó 92 millones.

6/15/2006

El globo de oro

Una misteriosa raza extraterrestre llegó al sistema solar y ocupó la Tierra y Júpiter en cuarenta y ocho horas, exiliando a los restos de la raza humana a cualquier otro pedazo de roca que la tecnología pueda hacer habitable, principalmente la Luna, pero también Marte, Oberón, Plutón, Caronte... Los adelantos médicos han convertido a los seres humanos en prácticamente inmortales, las grandes colonias están administradas por superordenadores y las reglas sociales han sufrido un profundo cambio, en especial en lo referente a cuestiones sexuales. Es el universo de "Los Ocho Mundos", utilizado como marco por John Varley para varias de sus historias, incluyendo la que nos ocupa, "El globo de oro" (1998).

La novela sigue las peripecias de Sparky Valentine, actor itinerante, mientras trata de alcanzar a tiempo la Luna, partiendo desde el más remoto confín del sistema solar, Plutón, con tal de poder interpretar al rey Lear en una producción histórica. Claro que no todo podía ser tan fácil. No sólo está sin un duro, sino que además le persigue implacablemente la mafia carontesa y, con no menos insistencia, los fantasmas del pasado (buena parte del libro consiste en flashbacks de cuando fue, durante veinte años, el protagonista de la famosa serie infantil "Sparky y su pandilla").

De todas formas, lo bueno de la novela, como ocurre con todas las de Varley que he leído, no es la trama. Ésta suele ser bastante lineal y simple: un personaje empujado por las circunstancias en una dirección determinada. Lo que en realidad es atrayente es la ambientación. Se podría decir que se cambian las tornas, el contexto se convierte en historia y viceversa. Mientras acompañamos a Sparky en sus peripecias vemos el mundo a través de sus ojos y narrado por él, ya que, a modo de cicerone, va desgranando sus opiniones sobre tal y cual cosa en primera persona (con un estilo bastante informal). Así comenzamos en Plutón, conocemos Caronte a través de lo que nos cuenta de él, viajamos hasta Oberón y visitamos la Luna, desempeñando diversas artes escénicas, no siempre legales. Por entre medias, en periodos concretos de quietud, hacen su aparición los flashbacks que nos relatan hechos acontecidos casi un siglo antes. Para estos fragmentos utiliza la tercera persona, pero no el narrador omnisciente, sino un narrador pegado justo sobre el hombro de Sparky, que sólo puede saber lo que él sabe. La diferencia estriba en que no enjuicia nada ni lo comenta, recibimos la información sin procesar, aunque es posible que más tarde el narrador en primera persona ofrezca su visión de los hechos, una vez concluido el flashback (desde luego, su visión subjetiva). De tanto en tanto, también recurre a la segunda persona para servir de nexo entre bloques. Como puede verse, una estructura compleja que tiene un objetivo concreto (no lo revelaré por no contar más de la cuenta y arruinar la lectura).

Dejando de la lado este aspecto de la narración (que suena más técnico y forzado de lo que se percibe simplemente leyendo), Varley demuestra una vez más que es un maestro de la creación de sociedades adaptadas a nuevas necesidades y experiencias (quien no lo haya hecho ya, que corra a leerse "La persistencia de la visión"), en este caso generadas por el entorno post-invasión, dos o tres avances tecnológicos primordiales y una nueva moral sexual nacida de la ruptura de muchos tabúes. El mundo futuro de Varley es casi tan exuberante como los de Egan (aunque con menor carga científica), con maravillas surgiendo a cada paso y sin que podamos dar nada por sentado. También es coherente consigo mismo, lo cual es una suerte, pues nos ofrece a dónde asirnos cuando el suelo que nuestras preconcepciones habían considerado sólido se desmorona bajo nuestros pies. Incluso se produce cierto crossover con los hechos narrados en "Playa de acero" (la protagonista de aquel libro aparece como secundaria en éste).

Por si aún hiciera falta recalcarlo: una novela muy entretenida.

6/14/2006

Sin miedo

Sin miedo, sin sentido, sin vergüenza, sin tantas cosas...

En fin, que aquí estoy tras sufrir la última película de tortas de Jet Li (literalmente la última, según propia confesión). Para proporcionar un poco de información adicional, esta Fearless (Huo Yuan Jia), dirigida por Ronny Yu y ambientada en la China colonial (circa 1900), costó la nada desdeñable cifra de 19 millones de dólares (más que "Tigre y dragón", por ejemplo). Se supone que debía salir también Michelle Yeoh, pero todas su escenas fueron eliminadas con la excusa de problemas de ritmo (y yo me pregunto si la polémica en torno a su participación en "Memorias de una geisha" no habrá tenido nada que ver).

En pocas palabras, la peli es una exaltación del nacionalismo más rancio (no importa de qué país o cultura, en este caso la china, sea apologética), donde una oveja descarriada, cegada por el orgullo, que retorna al buen camino a tiempo para patear unos cuantos culos extranjeros (y tengo la sospecha de que la edición para el mercado internacional disimula algo esta tendencia). En realidad, esto tampoco tendría que ser un problema excesivo. Allá cada cual con sus neuras. Lo imperdonable es que además es de una torpeza de ejecución deplorable.

Veamos... La historia: Tópico tras tópico. Y lo peor es que aúna tópicos del cine oriental y tópicos del cine occidental (no en vano Ronny Yu ya tiene algo de experiencia en los EE.UU.). Por el trailer esperaba algo así como un nuevo "Contacto sangriento" (es decir, un torneo de artes marciales, con apenas una excusa por guión y adrenalina por un tubo). Nada de eso. El neófito guionista trata de contar una historia profunda de caída y redención, lo cual hubiera podido constituir una novedad de no ser porque podéis obtener más profundidad escupiendo al suelo. Jet Li es al principio un malo de comedia bufa y tras el periodo de renovación espiritual la Madre Teresa de Calcuta (aunque sin demasiados reparos para seguir dándole a los puños). ¡Por favor...! Podemos pasarnos perfectamente sin estúpidos monólogos si todo lo que hay que ofrecer es falsa trascendencia y delirios de significancia. Por cierto, los herederos del tal Huo Yuan Jia han demandado a la productora, no sólo porque no dé pie con bola o porque reinvente la vida de su ancestro, sino por olvidarse de los cinco hijos que dejó a su muerte (por reacción adversa a una medicina contra la tuberculosis, administrada, sí, por un japonés).

La acción: Pues tampoco. Yuen Woo-Ping, empieza a vérsete el plumero. La novedad del wire-fu tuvo su gracia (en occidente) hace unos años, pero ya empezamos a cansarnos de movimientos físicamente imposibles y acrobacias inverosímiles. Se entiende que a sus cuarenta y pico años Jet Li ya no está para determinados movimientos, pero recurrir a trucos burdos lo único que hace es poner de manifiesto su declive. Particularmente falsa resulta la pelea entre Huo Yuan Jia (Li) y Hercules O'Brien (Nathan Jones, una mala bestia de 2,12 y 160 kilogramos de peso). En ningún momento te crees la victoria del pequeño saltamontes. Mucho mejor las peleas con armas (cuando se abstiene de saltos y virguerías innecesarias).

Actuación: ¿Actuación? Dejémoslo ahí.

En fin, una pérdida de tiempo y dinero. Dentro de la acción absurda, me quedo mil veces con la estrella emergente de Tony Jaa. Sus películas tienen tan poco sentido como "Sin miedo", pero Tony reparte que da gusto (salvo a los que reciben) y su director, Prachya Pinkaew, no deja que la trascendencia for dummies lastre las películas.

6/13/2006

El señor de la rueda

Imaginad un mundo, todo él surcado por autopistas recorridas a gran velocidad por castillos rodantes habitados por caballeros y damas, asistidos por escuderos robóticos, cuyo único objetivo en la vida es justar y disfrutar de los placeres de la buena mesa y de los lances de almohada. Sí, es difícil de concebir, pero eso precisamente es lo que ofrece "El señor de la rueda" de Gabriel Bermúdez Castillo (1986).

Pocas novelas podrán hacerte disfrutar tanto como esta obrita que se mueve siempre al borde del surrealismo y en la que lo menos importante es la explicación (que la tiene). La auténtica experiencia consiste en sumergirnos en la curiosa sociedad recreada (tal vez con algún misterioso fin), donde no tienen cabida los rencores ni los celos y donde toda la vida transcurre entre los restringidos límites de unos extraños vehículos. Destaca sobre todo el particular humor de que hace gala, con expresiones tan impagables como "recitaba delicados versos obscenos" o costumbres pintorescas como dedicar libidinosas miradas de cortesía a las bellas damas.

A grosso modo, se trata de la típica historia del rito de madurez, ya que seguimos las aventuras del recientemente nombrado caballero Sir Pertinax, mientras cosecha sus primeras victorias en el campo de honor y en el tálamo. Le acompañan su viejo mecanoservus Mágico y una misteriosa dama a la que sube a su castillocar (sólo un "patito" como corresponde a un neófito) tras encontrársela ¡andando! Contar mucho más de la novela sería contraproducente, ya que acabaría con el placer de descubrirlo en persona. Tan sólo apuntar que, como no podía ser de otra forma, existe la imprescindible leyenda sobre el mayor caballero de la historia, que regresará de entre las brumas del pasado para guiar a los suyos a una nueva vida. Lo cual, si se me permite esta pequeña crítica, es una pena, ya que los protagonistas de "El señor de la rueda" hacen gala en todo momento, en su extraña y compleja vida, de una energía y una alegría envidiables.

6/12/2006

Identity

O cómo pretender edificar un castillo de naipes sobre una lavadora (de las antiguas).

"Identity" (James Mangold, 2003) es una de esas películas con ínfulas de inteligencia. Es fácil imaginarse al guionista, sentado frente a su ordenador, tecleando el Final Sorpresa Supremo con una sonrisa de satisfacción, sintiéndose el mayor genio sobre la tierra. Pues lo siento mucho, señor Cooney, su final apesta.

En fin, vayamos por partes. Supongo que la película empezaría a cobrar forma en torno al año 2000, en plena fiebre de los finales impactantes ("El sexto sentido" 1999, "Memento" 2000, "Los otros" 2001...). La idea de base es clásica: metamos a un puñado de personajes en un motel de carretera y que empiecen a ser masacrados; cuando vayan atando cabos descubrirán que están mucho más relacionados entre sí de lo que pensaban; es cuestión de encontrar al asesino antes de que todos perezcan.

La idea es buena y ha funcionado en incontables ocasiones con anterioridad (en particular, salida de la pluma de Agatha Christie). Claro que para ello hay que cumplir una serie de requisitos, el más importante de los cuales es: NO ENGAÑES AL ESPECTADOR. Es muy fácil sorprender. Basta con sacarse de la manga algo tan estúpido o tan improbable que jamás nadie hubiera podido verlo venir. La gracia está en realizar juegos de manos, desviar la atención hacia pistas falsas mientras agitas la buena frente a las narices del público, provocar el error de juicio de forma tal que al final pueda decirse: "Ves, la solución ha estado ahí todo el rato y no has sabido descubrirla".

Alternativamente, puedes emplear otra estrategia (al estilo "Dark city", Alex Proyas, 1994): ir desvelando poco a poco el misterio, sin pretender tanto sorprender con el final como construir un todo asombroso. En uno u otro caso hay algo esencial para que todo encaje, la coherencia interna.

"Identity" carece por completo de coherencia. Las docenas de pistas que van soltando no conducen más que a callejones sin salida. Construye un laberinto sin salida, con el ánimo de confundir al espectador para que, al final, cuando un bulldozer abre una salida a lo bestia y desde fuera se contemple la verdadera e inverosímil naturaleza del laberinto, caiga en un éxtasis de adoración hacia la portentosa mente detrás de todo el timo. Pues me temo que no, que yo en estos casos me siento estafado (para entendernos, viene a ser como las novelas de Pérez Reverte, por en medio hay mucha trama pero al final todo se queda, con suerte, en obra del puro azar).

Es una pena, porque la cosa prometía. El póster es magnífico, con la huella de una mano en la que los dedos son siluetas humanas y el principio intrigante (resulta magnífica la forma de reunir a los personajes en el motel, tanto por la secuencia de acontecimientos como desde una perspectiva visual). Eso por no hablar del reparto, notable para una producción de apenas 30 millones de presupuesto.

Lástima que nadie les contara a los productores que lo del deus ex machina estaba de moda en tiempos de Eurípides. A mí, al menos, me hubieran ahorrado un cabreo.

6/11/2006

El perro de los Baskerville

Sherlock Holmes no me gusta. En realidad, me gusta como personaje, como creación literaria, lo que no me agrada son sus aventuras, que encuentro faltas de interés. Su poder deductivo no es que sea inconmensurable, sino que alcanza el nivel de omnisapiencia. Basta analizar una de sus frases para explicar mi posición: "Una vez descartas lo imposible, lo que queda, aunque improbable, debe ser verdad". Ahora, que me expliquen cómo pueden descartarse todas las posibilidades salvo una (improbable) en un cuento más o menos breve. Pues para mí que no se puede, y que Holmes se saca de la manga la solución que siempre, siempre, es la buena (habrá que suponer que posee un sexto sentido, o que analiza muchos otros detalles que Watson no se molesta en consignar... sea cual sea la respuesta, la lectura de sus casos constituye un ejercicio de "y esto es así porque sí"). En fin, que tampoco estoy aquí para comentar el corpus sherlockiano que no puede decirse que conozca demasiado, sino sólo una de sus cuatro novelas, "El perro de los Baskerville", publicada serializada en la Strand Magazine, entre 1901 y 1902.

Se trata de una aventura muy peculiar. El peso de la historia recae, no sobre el ínclito detective, sino sobre su esforzado ayudante, el doctor Watson (que se revela como un concienzudo investigador). Además, la acción se ubica en un paraje muy distinto del Londres de entresiglos: los neblinosos páramos de la campiña inglesa; y la amenaza no la constituye un criminal humano, sino una criatura sobrenatural, que inclina la novela hacia el género de terror, con momentos verdaderamente inquietantes.

Lo curioso del caso es que Sherlock Holmes estaba "muerto" (se había despeñado por unas cataratas en lucha a muerte con Moriarty en 1881, hechos narrados en "El problema final", publicado en 1883). Durante ocho años, pese a la insistencia de los lectores, Doyle se había negado a resucitar a su personaje más famoso (precisamente por eso, porque de tan famoso eclipsaba el resto de su obra). A la postre cedió, pero haciendo trampa, ya que "El perro de los Baskerville" (también traducido como "sabueso") está ambientada en una época anterior a la fatídica cita (siendo así, una "aventura póstuma"). La presión popular (y, supuestamente, un cheque considerable) obró al año siguiente el milagro y Holmes reapareció a los tres años de su muerte en el relato "La casa vacía", publicado en 1903.

Pero volvamos al chucho. Como ya he apuntado, la novela no es tanto de detectives como de terror, estableciéndose como eje motor de la historia la contraposición entre la lógica y lo sobrenatural (gana, como no podía ser de otra forma, la lógica, lo cual no deja de ser curioso dada la credulidad del autor). La resolución carece en realidad de importancia. Lo interesante es la ambientación y el que por fin se le conceda la posibilidad de brillar al doctor Watson. Resulta muy entretenida y de un ritmo endiablado (si se me permite el chiste malo). Al parecer, la inspiración proviene de mitos sobre sabuesos infernales que le refirió el periodista Fletcher Robinson (a quien está dedicada la novela) durante una estancia en Norfolk (se suponía que Robinson iba a ser coautor de la novela, pero tal proyecto se abandonó cuando Doyle decidió incluirla en el corpus holmesiano).

El texto original está libre de derechos y puede consultarse en internet, por ejemplo, aquí.

6/10/2006

La bella durmiente

Pues sí, hoy toca animación clásica (1959), la magnífica e infravalorada decimosexta película de dibujos animados de la Disney (una de mis favoritas desde una gloriosa sesión doble hace muchos lustros).

¿Por qué? Bueno, para empezar, Maléfica es una mala como Dios manda, con un gran decorador (con ciertas tendencias hacia el ruinismo), una presencia digna e imponente y un repertorio de hechizos que ya quisieran para sí algunos advenedizos brujos actuales (¡Esa pedazo barrera de espino! ¡Ese dragón!) y unas líneas de diálogo a la altura. Después está Tchaikowsky. La banda sonora proviene principalmente del ballet "La bella durmiente" del genio ruso (predecesor musical directo de los grandes compositores de música de cine). El ajustarse a sus acordes confiere a las imágenes de una fuerza excepcional, muy en la línea de "Fantasía". Y, por supuesto, acción a raudales (con un príncipe que, para variar, se gana la paga).

Estilísticamente, supuso una ruptura con lo que venía haciendo Disney, concediéndosele mucha mayor importancia al diseño artístico, que llevó a unos decorados que huían del realismo, con muchas líneas rectas, inspirada en los tapices medievales, con elementos de colores muy vivos sobre un fondo considerablemente más sombrío (de hecho, la película en general es muy oscura). De acuerdo, tal vez los personajes principales, la princesa Aurora y el príncipe Felipe, no sean de lo más trabajado que pueda encontrarse, pero ahí están los secundarios para cubrir el hueco. Los felices y antitéticos consuegros, por ejemplo, o, en especial, el trío de hadas: Flora. Fauna y Primavera (antológicas casi todas su intervenciones).

Por desgracia (para Walt), el mundo no estaba preparado para entender de buenas a primeras esta obra maestra, y las bajas recaudaciones estuvieron en un tris de llevar a la Disney a la quiebra (desde entonces, y gracias a las sucesivas reposiciones, ha ganado mucho más, pero no tanto como el resto de obras clásicas de la compañía). Los seis millones de su presupuesto constituían una enormidad comparados con los de sus coetáneas (el mismo año, por ejemplo, "Con faldas y a lo loco" costó la mitad y "Con la muerte en los talones" un 66%, claro que el récord lo ostentó "Ben-Hur" con nada menos que 15 millones). Para entender el porqué de tan alto presupuesto, se puede apuntar que la película tardó ocho años en completarse (se rodaron todas las escenas con actores para que los animadores tuvieran una referencia).

Ya no las hacen como antes.

Por cierto, decididamente, azul.

6/09/2006

Pulp

Otro libro prestado para la entrada de hoy, "Pulp" de Charles Bukowski (1994).

Vamos a ver, ¿cómo lo describiría? Vendría a ser como un cruce entre una novela de Raymond Chandler y "Colega, ¿dónde está mi coche?". Sí, en serio, hasta me pregunto si los guionistas de ésta no se habrán leído "Pulp" en algún momento. En fin, la novela es un batiburrillo de lugares comunes de la literatura pulp americana (principalmente policíaca, pero también ciencia ficción de la más pulpera). El problema es que yo adoro a Chandler, y Rick Belane, el protagonista de "Pulp", es como un Marlowe desprovisto de la ironía que le permite sobrevivir y, desde luego, de su perseverancia. Resulta entretenido (sobre todo por el modo en que encuentra bronca en todo bar que visite), pero al mismo tiempo un poco cargante (supongo que si hubiera leído más pulp del malo, le encontraría mejor la gracia.

Para resumir, Belane, un auténtico fracasado (del que te preguntas cómo ha logrado sobrevivir hasta el inicio de la novela), recibe de repente una avalancha de nuevos y estrafalarios casos (con clientes como la señora Muerte en persona), a los que se enfrenta... bueno, sin hacer nada en particular. Como en toda novela que se precie, los casos, por muy dispares que se nos antojen, acaban entremezclándose de la forma más estrambótica que puedas imaginarte, y al final termina como no podía hacerlo de otra forma.

Hay momentos muy buenos (en particular, una llamada a una línea caliente), otros un poco menos, y, desde luego, algunos muy repetitivos (es problema de Belane, el pobre no tiene muchos recursos y a la larga se repite un poco). De todas formas, tiene la virtud de salirse por una tangente totalmente imprevisible cuando empiezas a pensar que tienes calado al autor, y se lee muy rápido. Una lectura entretenida. Después de todo, es eso lo que buscamos en la literatura pulp, ¿no?

6/08/2006

El vuelo del navegante

¡Ah, aquellas películas infantiles de ciencia ficción de los 80! Sí, tal vez pequen de ingenuas, pero mostraban más inventiva y sus planteamientos eran más sólidos que muchas de las actuales superproducciones.

Esta entrada estará dedicada a una pequeña joya del año 1986, "El vuelo del navegante", de Randal Kleiser (autor también de "Grease", "El lago azul" y algo de morralla); con producción de la Disney. La película trata de un chaval de 12 años, David, que tras un pequeño accidente forestal, despierta para descubrir que el mundo ha avanzado 8 años mientras estaba inconsciente. Pronto interviene el gobierno, "invitándole" a una base de investigación donde también se encuentra bajo estudio una nave espacial recién capturada. Como no podía ser de otra forma, ambos hechos están relacionados, y David escapa junto con la nave, dirigida por un curioso mecanismo al que bautiza como Max, en busca de su familia... si le es posible recuperarla.

Por supuesto, el punto fuerte de la película es el vuelo de David a bordo de la avanzadísima nave y su relación con Max (que, por una de esas jugarretas del destino, asume por accidente ciertos comportamientos propios de preadolescente). Tal vez hoy en día no se aprecie en su justa medida, pero los efectos especiales son magníficos. "El vuelo del navegante" fue la primera película en emplear una novedosa técnica de animación digital, el mapeado de reflexión, que brindaba el aspecto cromado y superreflectante de la astronave (la técnica se desarrolló hasta el máximo para "Terminator 2" y recientemente se ha empleado para la nave de estado de Naboo en el Episodio I). Disney ya había sido pionera en el uso del ordenador en el cine siete años antes, con la primera secuencia cinematográfica generada por ordenador, para la introducción de "El abismo negro".

En el apartado técnico, como siempre, tengo que hacer mención de la banda sonora, con un temazo de Alan Silvestri (especialista como pocos en crear grandes temas).